La noche que decidí usar un g-string...

La noche que decidí usar un g-string...

"No se trata de la talla que usas, se trata de cómo usas tu talla".  -Edith Dohmen

Ya bien lo dijo Edith Dohmen, se trata de cómo usas tu talla.  Y hace varios años atrás, como es normal, no sabía usar mi talla.  Al igual que muchas mujeres curvy, pensaba que ciertos estilos de lencería no eran para mi, ni para mi cuerpo. ¿Por qué? ¿Dónde está escrito que la lencería es única y exclusivamente para mujeres delgadas y con cuerpos perfectos?  

Hasta ese momento ni siquiera tenía un g-string en mi gaveta.  En varias ocasiones mi compañero llegó a preguntarme si me gustaban otras piezas de ropa interior como los g-strings.  Recordé que cada vez que estaba a punto de comprarme uno, ganaba el pensamiento de que serían piezas incómodas y de poco agrado para mi.  Ante todo me considero una mujer bastante práctica y no me visualizaba con una pieza de lencería que sacrificara esa comodidad.  Pero muy dentro de mi, realmente estaba lidiando con uno de mis miedos; con la creencia mediática de que esas piezas tan sensuales no era para una mujer con un cuerpo como el mío.

Una noche, mi compañero me dijo al oído: "muero por verte con un estilo de panti diferente, un g-string se vería espectacular en tus curvas".  Esa confesión no dejaba de dar vueltas en mi cabeza días más tarde.  La realidad era que nunca antes había sido tan directo.  Una tarde mientras estaba en el centro comercial, pensé: ¿Qué te detiene? ¿A qué le temes? ¿A una pieza de ropa? ¿A cómo lucirás? ¿A qué pensará él de ti?  Pero si él mismo te ha estado diciendo que esa pieza es de su agrado. ¿Cuál es tu miedo?  Sin pensarlo más entré a una tienda por departamentos y aunque fue algo complicado encontrar mi talla 14, salí con varios g-strings.

Nunca olvido que esa noche marcó un antes y un después de mi vida íntima.  La sorpresa en el rostro de mi compañero era más que evidente. Su mirada pícara, sus labios no dejaban de sonreír y les confieso que hacía mucho tiempo que no me había sentido tan sensual y empoderada como esa noche.

Esa noche descubrí el poder de la lencería, no sólo en ellos que son seres visuales, sino en nosotras, en nuestra estima y valor propio. 

En el siguiente blog les cuento más... ¡Pendientes!

 

Hasta la próxima. :)

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